jueves, junio 30, 2011

ORGULLOSO DE TI


Casi se me termina mayo sin haber escrito la habitual columna en recuerdo de quienes se levantaron en el Bar Stonewall de Nueva York y abrieron una puerta para la libertad que en pequeños pero constantes sorbos se va desbordando.

No es fácil este junio, no ha sido fácil este 28 de junio. Porque está siempre viva la memoria del amor ausente, y la visita a la gran fiesta reivindicativa de Madrid fue una de las asignaturas pendientes, una de tantísimas asignaturas pendientes.

Sigo escuchando las voces que reclaman la normalidad, la asimilación, como única respuesta. Y sigo prefiriendo luchar por una tierra y un tiempo en los que podamos ser según nuestras vidas, nuestros deseos, nuestros sueños nos pidan, diversos y libres. Sigo escuchando las voces que se preguntan por qué celebramos una fiesta a la que llamamos Orgullo y casi me enfado recordando el silencio, la vergüenza, la oscuridad, el frío, el dolor, el armario de tantos hermanos y hermanas a lo largo de tanto tiempo. Y reclamo otra vez mi derecho a levantar la cabeza y sentirme orgulloso de haber sido capaz de enfrentarme a fantasmas y convenciones, de haberme quitado las máscaras y haber aprendido a caminar sobre otras seguridades en las que no tienen cabida quienes prefieren mirar hacia otro lado, quienes mastican su odio o su asco y tratan de escupirnos su miseria. Pero eso no me sacia. Y necesito buscar a Leo, buscar en Leo, para apoyar mi orgullo en su vida y en su fuerza.

Leo dio la cara muy joven. No le resultó fácil y sé que sufrió. Pero fue valiente, siempre valiente. Y fue capaz de salir adelante, de consagrarse al amor allí donde lo encontró, de no rendirse nunca. Leo llegó un día para derramar su sonrisa implacable sobre la crueldad de abril. Y estuvo conmigo en el Orgullo de 2009 y el de 2010. Cómo olvidar al Leo del año pasado, apenas recuperado de la operación en la que le extirparon el tumor, delgadito, consumido, y sin embargo con ganas de ponerse su camiseta y ser el color violeta del pequeño gran arco iris humano que hicimos ondear delante del rancio ayuntamiento de Santander, ese arco iris que nunca ha tolerado en "su" fachada De la Serna. Leo reía, respetaba, de pronto desplegaba un abanico y se tropezaba con la luz que hacía relucir más que nunca la estrella de su camiseta Piensaenpiés, Leo se implicaba en ALEGA, y llevaba su preciosa mirada alta, siempre alta. A pesar de que el dolor de otro tiempo le hacía ser prudente y discreto en el trabajo, y no mezclar vidas hasta que no fue estrictamente necesario y se le escapó la capacidad para controlar sus espacios. Leo orgulloso, que me saludaba en las calles del viejo Santander con un beso, Leo feliz rodando un pequeño video actuando con impostada pluma ante el letrero del embarcadero de Pedreña que rezaba "Peligroso caminar con tacones".

Miro hacia mi interior, hacia mi memoria, hacia el abismo que me puebla y encuentro de nuevo fuerzas para proclamar en junio que soy gay y que estoy orgulloso. Estoy orgulloso de haber amado a Leo, de haber sido capaz de luchar y de no perder la esperanza cuando parecía imposible que llegáramos a estar juntos. Orgulloso de que me permitiera compartir con él tantos meses, días, horas, segundos maravillosos, de que eligiera dormir abrazado a mí y no a otro. Orgulloso de haber podido hacer reales algunos de sus sueños, y de entre todos ellos el de haber hecho real ese París que adoraba. Me siento orgulloso de haber encontrado fuerzas cuando me estaba derrumbando para que no estuviera solo, para cuidarle, de haber tenido en todo momento su lección de fuerza, su apuesta por la vida, esa seguridad firme en que ganaría la partida al maldito cáncer. Orgulloso de haber resistido la última noche sin llorar, con su mano en la mía, de haber sido capaz de estar allí cuando intentó levantarse, de que no se muriera solo y encontrara el final en mis brazos.

Escucho y veo estos días tantas mentiras, tanta ignorancia, tanto odio que a veces flaqueo y dudo de que la batalla pueda estar siquiera avanzada. Pero recuerdo a Leo, me dejo iluminar por su mirada libre y creo, sí de verdad creo, que el esfuerzo ha merecido, merece, merecerá la pena. Porque Leo me quiso y yo le quise, y sólo su amor basta para empujarme hacia el futuro después de que, parafraseando a Wilde, una vez nuestras vidas se cruzaran y durante un instante se tocaran nuestras almas.

Orgulloso, sí. Orgulloso de la rabia, de la vida, del fuego, del amor, del tiempo, de la juventud, de la pasión. Orgulloso de Leo.

martes, junio 28, 2011

QUE POR MAYO ERA, POR MAYO


Y por junio. Y por ...

Aprecio a Gregorio Peces Barba por su habitual ponderación, por su fino intelecto, por su largo compromiso con la libertad, la democracia y los derechos humanos, por su cercanía a las inquietudes de los jóvenes desde su trabajo académico. Porque para mí es y será don Gregorio. Con ese don que se otorga a pocas personas, sólo a los maestros.

Por eso me sorprendió el pasado sábado en El País una tribuna en la que dentro de un collage de reflexiones postelectorales se refería con cierto enfado al 15M y aceptaba como sospechas válidas algunas sobre la pérdida de inocencia del movimiento por los episódicos brotes violentos. Supongo que en buena medida afectado por la propia percepción de injusticia de un luchador que tras años y años de compromiso se tropieza con unos jóvenes que le increpan acusándole de "fascista y explotador de los pobres".

Pasa a considerar que en un país serio no se puede contestar la actitud y personalidad de personajes como Emilio Botín, que dota de miles de becas al año a la juventud española. Pero si bien entiendo en cierto modo una cercanía dolida al incidente, su defensa de la figura de Botín responde más a una amistad o proximidad personales. Y creo que en cierto modo es una buena muestra de la propia desconexión entre las instituciones y sus actores con una sociedad que ha decidido despertar del letargo y que propone sus propios protagonistas.

El 15M y sus alargamientos continúan desatando pasiones, ríos de tinta, reflexiones de todo pelo. Continúan algunos entusiasmos tal vez demasiado complacientes combinándose con las llamadas a la actuación policial rotunda desde el Tintorro Party o los consellers catalanes. Continúa la implicación un tanto descolocada de muchos ciudadanos con convicciones firmes y organizadas que sin embargo entienden las razones y la razón del 15M con el enfado vivo de quienes piensan que fueron las asambleas, acampadas y manifestaciones la mejor ayuda para la debacle socialista y la toma del poder por el PP, y que se muerden las uñas cada vez que escuchan aquello de la igualdad entre el PP y el PSOE.

Recibo en este sentido un documento sindical en el correo electrónico en el que de una forma más serena que en el artículo de don Gregorio, algunos activistas de largos años de trabajo y ninguno de figurinismo o de beneficio en la esfera sindical que de nuevo muestran su dolor y su desconcierto al verse proyectados como causa, marioneta y perversidad general del mismo sistema contra el que llevan años de lucha.

Y sigo sin saber muy bien cómo encontrar el tono para hablar en mi blog de ese despertar de la conciencia cívica que ha estremecido España en los dos últimos meses, que ya se venía gestando, y que acojo sobre todo como oportunidad de transformación, de cambio profundo, de recuperación de valores perdidos y de encuentro con unas puertas abiertas capaces de devolvernos la ilusión. No comparto algunas máximas, y creo que algunos de sus postulados son irreales, naïves, pero yo también fui joven asambleario en otras edades y entiendo la dinámica de las organizaciones horizontales. Pero creo que algunos de sus pilares han de ser escuchados, tomados en cuenta, porque son razonables, porque son racionales y porque tras ellos, o mejor delante de ellos, se habla de una sociedad y de un mundo que me gustan. A los partidos, a los denostados tantas veces con razón partidos, les corresponde hoy dar respuestas. Porque sólo con esas respuestas será posible generar un nuevo tiempo de diálogo y de contrato en el que la distancia cierta entre la casta política y la ciudadanía se diluya. Porque don Gregorio sabe mejor que nadie que en el esquema clásico aristotélico de las formas de gobierno al que limita el ejercicio del poder a la voluntad de unos pocos no se le conoce como Democracia. Cuando son los mejores los que mandan, se conoce como Aristocracia. Cuando ni siquiera ese beneficio de la excelencia se puede conceder a la casta gobernante, se trata de una Oligarquía.

¿Somos capaces de tramar ese nuevo pacto social? ¿De modificar la ley electoral, de equilibrar los costes de la crisis de manera que no tengamos la percepción, la certeza, de que quienes la provocaron se están lucrando y están además imponiendo sus esquemas de especulación y piratería financiera? ¿De limitar los privilegios, de explicar con cercanía y eficiencia cómo se trabaja, cuándo se trabaja y por qué se trabaja, y explicarlo no a la prensa y los comités partidarios sino ante los votantes cara a cara? ¿Somos capaces de creer en una sociedad civil activa y comprometida? ¿Somos capaces, y esta idea va más para los movilizados de mayo que para la casta, de participar, reivindicar, estar presentes en las luchas civiles y las organizaciones que gestionan los intereses cívicos y la estructura política para avivarlas, abrirlas, democratizarlas, acercarlas, a pesar de que quienes sí hemos estado en ellas nos hayamos sentido tantas veces tan solos?

Muchas preguntas abiertas y por el momento pocas, ninguna, respuestas. De momento, me quedo con un dato positivo: Una generación que muchos consideraban apática, materialista y perdida ha sido capaz de encontrar un discurso para luchar contra la profunda desesperanza que les hemos estado legando. Ha sido capaz de atraer a miles y miles de personas, a una multitud variopinta de edades, preocupaciones, iras y sueños, para caminar con tropiezos, con vacilaciones, sin tener tal vez muy claro el final del viaje, pero con la seguridad del que ha despertado y ha tomado conciencia de su poder, de su valor y de su dignidad. De su condición de ciudadano y no de súbdito.

jueves, junio 16, 2011

EL MESÍAS NOS PILLE CONFESADOS



No creo que quede incauto alguno, a estas alturas de la historia, que espere de las preclaras mentes que dirigen el Festival Internacional de Santander criterio alguno. Suspendidos en su propia nube de autosuficiencia, se han caracterizado hace ya tiempo no sólo por una repetición ad nauseam de programas y de artistas, sino por una ignorancia paradigmática acerca de cuanto se mueve en la escena musical internacional. Ni los nombres emergentes ni aquellos de los consagrados que se salen de su particular red de intereses, ni los programas elaborados y arriesgados, ni la evolución en los criterios interpretativos han sido nunca prioridad para los el acomodado dúo directivo. Que prefiere secuestrar una programación pública para concretar su obsesiva y enfermiza pasión por un género único, la ópera, a ser posible en programas de recortes y selecciones como si de una clasificación de Los 40 Principales se tratara.
Al Dúo del Festival me consta que le molesta toda reflexión crítica que no sea una laudatio desporcionada. Y le molesta todavía más que se hable en esas reflexiones no de lo que cada artista pueda poner sobre el escenario sino sobre todo de que se cuestione su rancio hacer. Pero, ¿qué otra cosa nos queda para analizar la paupérrima programación que nos han organizado para este verano entrante? Limitémonos hoy a una pequeña reflexión sobre una única convocatoria, la que gira en torno a una original y casi desconocida obra de Händel, El Mesías, a cargo de la orquesta y coros del Festival de Schleswig-Holstein.
Brillantes son los trabajos de tantísimas agrupaciones de primera línea en los últimos diez años que han reivindicado con textos y sobre todo con grabaciones y conciertos espléndidos la riqueza grandiosa de genios casi preteridos por el paradigma clásico-romántico como Händel y Vivaldi. Óperas maravillosas e inéditas, repertorios grandiosos de música instrumental y sacra, que nos recuerdan en su belleza absoluta aquella carta del divino Bach en la que mostraba su pesar por "haber nacido Bach y no Händel". Adoro, por supuesto, El Mesías, que no en vano ha sido capaz de conquistar a través del tiempo su carácter de referencia del repertorio, tiemblo ante la sutil textura de algunos de sus coros y ante la riqueza expresiva de sus arias. Pero sigo sin acabar de entender cómo en un evento que se pretende a sí mismo "extraordinario" y bajo ese adjetivo justifica los fastos y gastos de la cita veraniega, haya de constreñir a Händel a una obra única y de interpretación común. Cabría, claro, un Mesías transgresor, diferente, como el que con una original y actual puesta en escena nos dejó grabado el Arnold Schönberg Chör. Pero dudo mucho de que a las telarañas somnolientas de las mesas de la dirección del festival haya llegado noticia alguna de tan magna y celebrada interpretación.
Pero podemos ir aún más lejos. Obra repetida a cargo de conjunto repetido. Lo que no quiere decir que la Orquesta del Festival de Schleswig-Holstein sea deficiente (el binomio orquesta y Alemania suele ofrecer unos mínimos altamente satisfactorios), sólo que ya la hemos escuchado por estos pagos en varias ocasiones, sin que podamos decir lo mismo con la mayor parte de conjuntos especializados en Händel que hoy brillan en festivales, salas y grabaciones. Para más INRI, hace ya mucho, mucho tiempo, que interpretar a Händel significa interpretar sus obras desde el criterio, desde el historicismo, hacerlo desde ese lenguaje que recupera las técnicas de canto, los instrumentos originales o copia de originales según la particular praxis interpretativa a la que obligan. Utilizar para El Mesías el voluminoso aparato de una orquesta sinfónica acompañada por el voluminoso aparato de un coro sinfónico es un exceso, una recaída en un paradigma operístico y melodramático que le viene mal a la obra y no permite esperar nada de especial relevancia. Con que afinen y empasten habría el público de quedar más que satisfecho, porque el instrumento elegido no permite la flexibilidad, las sutilezas que una lectura mágica de Händel precisa.
Pero al final, es que el Festival Internacional de Santander se ha ido adocenando, convirtiéndose a causa de una incomprensible tolerancia de las instituciones públicas y la sociedad cántabra, que son al fin las que pagan la alarmante falta de ideas y de horizontes del ciclo, en una celebración del Déjà Vu. Todo se repite un año y otro año y otro año. En una busca aventurara de Big Bostezo que algún día acabará por estallarnos en pleno verano.

viernes, junio 10, 2011

¿UNA REVOLUCIÓN SIN LOCAS?


A veces los guardianes, guardianas en este caso, del tarro de las esencias se nos muestran cuando menos sorprendentes. La cosa es que echando un vistazo a los tweets de una activista del 15M (y como ya sabemos lo que pasa en estos casos, me estoy refiriendo a UNA activista y más exactamente a ESA activista) que se había mostrado especialmente irritada con mi presencia en alguna de las actividades de La Porticada, me tropecé con un comentario que sin duda me vino muy bien para un comentario de junio, rumbo al 28.

A pesar de que parecía considerar a cualquier persona relacionada con la vida política poco menos que escoria, habla de la rabia que les va a dar a los de Intereconomía cuando se enteren de que si Odón Elorza no alcanza la alcaldía de San Sebastián con algún pacto, habrá un movimiento interno para que lo sustituya un concejal gay, abiertamente gay, casado con otro concejal socialista gay (de otro municipio). Pero este concejal a ella le parece estupendo, incluso siendo político, que ya es parecer, porque "es un tío serio y no una de esas locas".

Habría que saber exactamente qué opina la revolucionaria twittera sobre "esas locas", saber por qué considera que una persona puede ser mejor o peor, más o menos responsable, más o menos capaz, por tener un índice más alto de masa plumaria que la media, por divertirse con modos algo más extravagantes o por haber descubierto antes que ella lo fascinantes que pueden resultar unos labios perfilados en Russian Red. Pero a mí me parece que cuando se habla de democracia y de libertades, cuando se habla de dignidad y de participación, cuando se habla de regeneración de la sociedad de la vida pública y de las instituciones, o estamos todos o algo falla.

Desde luego la próxima pluma que oscile cayendo sobre el suelo de alguna de las plazas y acampadas no será, mal que pese a algunos, la primera. Pero estaría bien que cuando nos encontremos con ciertas lecciones de moral cívica tengamos los oídos bien abiertos. Porque como bien dijo la activista anarquista norteamericana Emma Goldman, "Si no puedo bailar, ésta no es mi revolución".

miércoles, junio 08, 2011

NUEVOS AIRES, NUEVOS DESÓRDENES



Ha sido este un largo tiempo de silencio. Un tiempo sin siquiera pasarme por este blog que tan importante ha sido en mi vida y que tanto me ayudó durante el otoño pasado, que fue ilusión y pasión de cambio y que poco a poco fue tornándose un poco caótico, como yo. Como un espejo del Callejón del Gato, deformando y exagerando las paranoias de su autor.

Ha sido un tiempo de mucho trabajo, en el que he tenido que pensar, leer y escribir mucho y terminaba por la noche un poco fuera de juego. Un tiempo comido en gran parte por la obligación de pasar muchos minutos en la calle para aplacar la furia cachorra de Gin. Un tiempo de desconciertos, reflexiones, cabreos y decepciones, entre quinces de mayo, campañas electorales, votaciones y resacas post-electorales. Con nuevas aventuras, como twitter, y viejos resabios como el dolor solitario que se me enquistó en el alma y que parece que llegó para quedarse.

Claro que sigo con la necesidad de abrir este canal de comunicación de nuevo, y creo que hoy por fin tocaba ya, aunque sea con una labor de apaño para explicar un cambio de nombre necesario. Y es que me parece que el blog había ya dejado de preocuparse gran cosa por Santander, supongo que al mismo ritmo en el que lo que un día vi como posible se ha ido convirtiendo en pura quimera. Y tal vez el nombre que hoy he incorporado, a modo de prueba, responda mejor al propio desorden que hay en mi casa, en mi cabeza y en mi vida, y que se refleja en las extrañas acumulaciones de temas sin relación alguna que se iban formando en el blog. Un homenaje a la eterna tristeza y la peculiar poesía de Antonio Vega, pero un guiño también a mis propios espacios, llenos de un desorden loco que nunca supe y creo que nunca sabré despejar.

A partir de mañana, con vosotros, espero que recuperando el pulso y la regularidad pronto, el viejo Santander Posible caduca, para dejar camino libre a una nueva etapa escrita Desde Una Habitación Desordenada.


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