
Entre las gloriosas declaraciones homófobas de la no menos gloriosa y homófoba Maripili Urbano, se encontraban derroches de inteligencia racional como el de que dos hombres no pueden formar matrimonio, de la misma manera que no pueden formarlo un loro y una ardilla.
En una magnífica web dedicada a la información lgtb, en la que siempre podréis encontrar noticias interesantes que nunca encontraréis en otros medios, buenas columnas de opinión y debates encendidos, nos propusieron una serie de fábulas, las fábulas del loro y de la ardilla, como medio para transformar en juego, provocación, relectura, reflexión la bobochórrica intervención de la chica del opus. Pronto empezaron a llegar textos de muy diferente índole.l Y la web pensó que sería útil editarlos y comercializarlos via PDF o libro tradicional con el fin de recaudar fondos para alguno de los colectivos que trabajan contra el VIH/SIDA. Y por ahí va avanzando la propuesta. Así que invito a todos los lectores del Santander posible a que estrujen la meninge, activen la neurona y se pongan manos a la obra con su personal Fábula del Loro y de la Ardilla.
Y allí mismo podéis encontrar la información sobre la publicación, mail al que enviarlas (si lo preferís, acepto fábulas en mi blog y las reenvío).
Y para abrir boca, os copio aquí la que escribió mi otro-yo internáutico, Rukaegos :)
HIGH SCHOOL MUSICAL
Con no poca agitación se recibió en el IES Bosque Fabuloso la noticia de que uno de los atletas juveniles más destacados de la región, el ardillo Matt, acudiría al centro a tomar sus clases de Bachillerato acordando los horarios con el Centro de Alto Rendimiento Deportivo Altos Vuelos donde entrenaría para convertirse en una nueva gloria del deporte patrio. Corzas, liebres, torcazas, truchas, jilguerillas, mofetas, tortugas y lagartijas adolescentes suspiraban de esquina en esquina mientras iban preparando un espacio de honor en sus carpetas para la foto dedicada y quién sabe si para el que pronto sería cotizadísimo móvil del ágil compañero. Los chicos, por su parte, preparaban sus estrategias para animarlo a jugar al fútbol con el veterano equipo "Los lebratos goleadores", competir en natación con "Salamandros moteados" o, cuando menos, incorporarlo a las cuadrillas que cada fin de semana se iban de botellón hasta el Claro de los Abedules, donde reían, bailaban y bebían hasta el amanecer ...
La vieja comadreja estaba entusiasmada. Desde sus clases de Educación para la Ciudadanía, debidamente impartidas en Birmano Clásico de la Quinta Dinastía Wu para que ningún alumno sufriera las perniciosas enseñanzas igualitarias y progresistas impulsadas por el Gobierno del Bosque, había defendido siempre un modelo de hombre recio, espiritual, varonil, esforzado, entregado, sacrificado ... El modelo que representaría, sin duda, un deportista de élite como Matt. Y no como ése. Y la comadreja señalaba entonces con desprecio, escupiendo cada palabra y cada gesto, al pobre loro Arnold, siempre vestido de colores brillantes, siempre revoloteando por el instituto, siempre soltando pluma.
Como estaba previsto, la llegada de Matt revolucionó pasillos, aulas y secretarías. Todos los profesores querían educar al popular alumno, todos los alumnos y alumnas querían ser sus mejores amigos, ayudarle con los apuntes. Todos menos Arnold, que veía en le joven ardillo un nuevo chulito como los que le asaltaban en cada recreo, en cada salida de clase, para mofarse de sus gestos, sus revoloteos y esa pluma maldita que le señalaba como diferente. Y Arnold había aprendido ya hacía tiempo que aunque le resultara imposible, era mejor intentar pasar desapercibido. Mantenerse lejos de los chicos populares y deportistas. Lejos significaba "a salvo".
No por eso el loro pudo evitar fijarse en Matt. Su pelaje era rojizo y brillante, su cola suntuosa se movía de una forma grácil y casi provocativa, sus músculos se marcaban bajo la apretada piel, y si mirada a un tiempo simpática e impertinente brillaba con inteligencia y curiosidad. Cómo no iban todas las chicas a perseguirlo.
Matt y Arnold coincidieron en la clase de Educación Para la Ciudadanía de la comadreja. Arnold buscó como siempre uno de los últimos lugares en el aula y, ante su asombro, Matt esquivó los requerimientos de casi toda la clase y se acomodó a su lado.
- "Eres Arnold, ¿verdad? Me han hablado de ti".
- " ... esto ... (rojo hasta el pico) ... Casi prefiero no saber qué te han contado".
- "Tonterías, claro. Pero yo tengo mis propias ideas. Y he sacado mis conclusiones".
Arnold calló incómodo. Y apartó un poco su silla. Fue Matt quien se acercó hasta el tímido loro, le hizo un gesto amable con la pata rozando como por accidente su pico y le dijo
- "¿Sabes que eres el chico más interesante del instituto? Me aburren todos estos tíos tan convencionales. Y el más guapo también, qué colores tan divertidos y elegantes usas".
Y ajeno a las miradas curiosas y hasta enfadadas que les acechaban, Matt, decidido y seguro de sí mismo, acercó su hocico al pico de Arnold y le dio un beso suave y encendido.
- "Todavía no te conozco demasiado. Pero me gustas mucho. Y me gustaría invitarte el sábado al cine".
El grito airado y enloquecido de la comadreja rompió el extraño silencio que se había ido tejiendo en el aula. Comenzó a insultar, a bramar, a gruñir, olvidando el birmano clásico y soltando espumarajos por la boca. Blasfemos, pervertidos, antinaturales, mariconesssssssssss. Minutos antes de caer redonda y sin sentido de un ataque de rabia.
Cuentan las crónicas del bosque que la sustituta de la comadreja fue una profesora iluminadora y excelente. Que la popularidad de Matt pudo sobreponerse al estupor de los chicos y la decepción de las chicas, y que la contagió a su novio, Arnold, que pasó de ser un lorito retraído a brillar con luz propia por su sentido del humor y su conversación afilada.
Y que los dos jóvenes fueron felices y comieron pipas.
¿Se anima alguien?