
LA ATENAS DEL NORTE ... O UN POQUITO MENOS
Entre los mitos fundacionales de nuestro Santander está el que nos presenta la ciudad como "La Atenas del Norte". Si nos paramos a analizar las razones por la que tan pomposo título nos es autoadjudicado, podríamos descubrir algunas razones, que tal vez fueran ciertas en el pasado pero que hoy ni siquiera nos permitirían ser "Un barrio periférico y protoalfabetizado de la Atenas del Norte". A ver ... que lo de nuestro Festival Internacional estuvo muy bien, tiempo ha (resultó ser árbol caducifolio), lo de la Escuela de Altamira fue cosa de los 40, lo de Menéndez Pelayo y su pandilla cosa del fin de siglo ... XIX. Y así podríamos continuar.
La realidad de hoy es bien diferente. Tristemente diferente, me atrevería a decir. Hace unas semanas, un estudio nacional, de la SGAE si mal no recuerdo, nos ponía entre las comunidades a la cola del gasto en "consumo" cultural. Y no sé, pero para mí que eso no resulta muy ateniense, sobre todo si utilizamos Atenas como concepto de sumum cultural.
Claro que una primera y superficial aproximación puede disfrazar la realidad y aparentar que aquí, culturalmente hablando, pasa algo. Vamos, como el estuco decorado disfrazando las paredes de ladrillo o el pan de oro dando brillo a las maderas cascadas de los retablos. Y es que hace ya tiempo que la cultura, en Santander (y si pusierámos Cantabria no cambiaría mucho la cosa, aunque tal vez crecerían los lados oscuros del corazón), se llama subvencionar un par de grandes fastos decorativos que poco o nada dejan en la ciudad, no gastar nada en la ciudadanía de Santander y sus necesidades / posibilidades de actividad cultural, no establecer programas estables ni serios, no mencionar la pluralidad, los espacios alternativos, los espacios oficiales (en realidad Santander debe de ser la única capital de provincia sin un teatro o un gran centro cultural de titularidad municipal de nuestro santo país), nadie se acuerda de los nuevos lenguajes expresivos, culturas urbanas, etc. Pero tampoco de los lenguajes clásicos.
Casi que prefiero, por ahora, no ir detallando sector por sector, que no quiero agotar a mis lectores. Tiempo habrá de eso si queréis debatir algo o en otras entradas. Baste decir que, a mi juicio, el Santander posible debe abrir un amplio debate sobre la cultura y la ciudad. Y que de ese debate deben salir decisiones municipales sobre cultura e integración social, cultura y convivencia, cultura y nuevos lenguajes, cultura y calidad, cultura como espacio vital. Y un largo etcétera.
De momento, sigue la campaña electoral proponiendo parques y paseos, además de paseos y parques. Pero sigue olvidando que santanderinos y santanderinas tenemos ganas de hacer muchas cosas, no sólo de pasear o sentarnos al sol. ¿Qué tal una apuesta en serio por equipamientos culturales de proximidad para ir abriendo boca?¿Programas y presupuestos estables?¿Gestión flexible y abierta?
Cuando os presenté el blog decía que vivir en Santander ha sido para mí una apuesta personal. Por eso quiero una ciudad en la que vivir, pero vivir violentamente, apasionadamente, haciendo de cada día una experiencia nueva. Y para eso hay que pensar en los ciudadanos más que en los turistas, en los contenidos más que en las fachadas. Porque nuestro Santander posible debe ser ante todo un Santander para vivir.