EL TIEMPO DE LOS GITANOS
Muestra la imagen un grupo de gitanos en el campo de exterminio nazi de Belzec. Una imagen seguramente bien conocida por quienes en la conmemoración de este año del Día del Holocausto (cada 27 de enero, aniversario de la liberación de Auschwitz) se olvidaron de los miles de gitanos asesinados por las hordas nazis.
El tratamiento que el régimen de Hitler dio a los gitanos fue cruel, tanto como el dispensado a judíos o a otros grupos de antisociales, y dio inicio en 1937 cuando se comenzó a reunir en los llamados "campos de habitación" a las familias gitanas, con el fin de poder controlar sus movimientos, si bien en un primer tiempo se les permitía salir y continuar con sus actividades fuera de estos recintos y hasta se llegaba a bromear con la idea de que al ser los gitanos también de origen ario no debían temer nada. De hecho, algunos de los "científicos" que colaboraron con las políticas racistas de Hitler consideraban que los gitanos eran la comunidad que más pura había mantenido la esencia de los primitivos invasores arios, y un primer plan era el reunificarlos en una especie de reserva, al modo de los nativos americanos, para convertirlos así en una especie de museo etnográfico vivo.
En 1942 sin embargo cambia esta política y se da la orden de deportar a todos los gitanos residentes en territorio alemán a Auschwitz (con la excepción de aquellas familias reconocidas como "gitanas puras" que irían a formar parte de la mencionada reserva) , donde se les mantenía en familia, en un campo paralelo al de exterminio, un campo con elevadísimas tasas de mortalidad y donde el macabro doctor Mengele elegía niños cada día para sus experimentos.
Con el avance de la guerra, el desmoronamiento de algunos regímenes títeres como el de Hungría (que había intentando con cierta timidez proteger a sus gitanos) y la solución final, se procede a la masacre sistemática de las familias gitanas. Se cierra el campo de familia de Auschwitz y se conduce a los ya escasos supervivientes a las cámaras de gas. A partir de ese momento, los gitanos (con las pocas excepciones de los enviados a campos de trabajo) son directamente deportados a campos de exterminio (como Auschwitz, Belzec o Sobibor en Polonia y Jasenovac en Croacia) donde se les asesina en las horas inmediatas a la llegada.
Al no existir un plan preconcebido de desplazamiento y ejecución, no ha resultado fácil a los historiadores calcular la cifra de gitanos exterminados durante el Holocausto (en romanó se hablaría del Porràjmos), tanto contando los enviados a campos como los asesinados al vaciarse los diversos "campos de familia" como los ejecutados in situ (desde 1943 hubo orden de fusilar directamente a toda familia gitana con la que un grupo de operaciones especiales se tropezara) en unos 300 000, siendo las comunidades más afectadas en número las de Croacia, Polonia y Hungría.
Enemigos de la pureza racial, degenerados por su costumbre de mezclarse con los estratos más bajos y sucios de la sociedad, asociales y de reeducación imposible, los gitanos esperan todavía hoy un reconocimiento y estudio claros de su sufrimiento bajo la barbarie nazi. Un reconocimiento que incluso se ha visto ofendido por Alemania y Austria que durante largo tiempo han considerado que las leyes contra elementos asociales que se aplicaron en el caso de los romá eran leyes de plena aplicación y no leyes racistas (como han afirmado igualmente en el caso de "los hombres del triángulo rosa") y que por tanto no daban lugar a reconocimiento ni compensación ni indemnización alguna.
(*Por si lo leen, y en recuerdo de tantas tardes hablando del tema, este artículo se lo dedico a mi gitana favorita, Carolina, y cómo no a esa luchadora que es Aurora)