
No resultan fáciles para ninguna organización los tiempos previos a un congreso. Menos aún para un partido político, y menos si cabe cuando ese partido vive un tiempo difícil después de dos importantes derrotas electorales que le obligan a abrir una reflexión profunda, a reconocer errores y responsabilidades y a abrir unas ventanas que permitan la entrada a la luz del futuro. No resultan fáciles porque no parece que acabemos de comprender el significado de una democracia que obliga a respetar a quienes piensan diferente, a quienes votan diferente, a quienes eligen diferente. Con una dificultad añadida cuando los procesos de renovación de la organización se inician desde arriba hacia abajo, como ocurre con el PSOE (¿cuándo podremos vivir el orden correcto, iniciar los procesos por las agrupaciones locales para terminar con el congreso federal?) y cuando queda pendiente ese desafio del sufragio universal de militantes en la elección del Secretario General, y de unas primarias a la francesa o a la americana (con participación de simpatizantes) en la determinación de los candidatos electorales.
Pero al mismo tiempo, son tiempos de ilusión y de esperanza. Porque abren la posibilidad de un nuevo tiempo, de un impulso, de una reflexión que renueve las formas, las ideas, los proyectos, y que limpie las acciones y las imprima el vigor de los mejores tiempos. En el sobreentendido de que una vez que el congreso tenga lugar, habrá un trabajo común en pos de un proyecto común, de que se será firme y eficiente en el cierre de heridas y fracturas y el partido trabajará desde la actitud de una comunidad abierta mejor que desde la de una secta.
Me gusta hablar aquí de muchas cosas, también de política. Y aunque siempre he rechazado el uso del blog para atacar a mi partido o a mis compañeros, para airear asuntos internos, quiero hoy compartir un par de reflexiones acerca de mi apoyo en el próximo congreso del Partido Socialista de Cantabria - PSOE a Francisco Fernández Mañanes, a Paco Mañanes, en su aventura hacia la Secretaría General.
Conozco a Paco desde hace muchos años. Desde la adolescencia vivida en una Reinosa compartida, aunque nunca estuvimos ni en el mismo colegio ni en los mismos grupos y pandillas. Cuando di un paso que llevaba largo tiempo meditando, el de afiliarme al PSOE, en aquellos años duros en los que parecía que el Aznarato no iba a terminar nunca, pronto me di cuenta de que había compañeros con los que la empatía era mayor, no tanto por cuestiones ideológicas (un mismo partido implica muchas miradas comunes con todos y cada uno de los compañeros y compañeras) c0mo por lo que pronto aprendí se conocía como cultura de partido. Sobre todo, porque muy pronto me di cuenta de que mi obsesiva defensa del político frente al tecnócrata o al profesional de la res publica tenía mejor encaje en ciertas compañías en las que la visión de lo que era o debía ser el partido se parecía mucho más a la mía. Dicho desde el respeto siempre a otras opciones, y desde el reconocimiento y el agradecimiento al trabajo de muchas personas que toman partido por otro modelo.
Paco habla de un partido abierto, transparente, a la propia militancia y a toda la sociedad. Un partido que tiene que ser más democrático (debería bastar con decir democrático) y más crítico consigo mismo, un partido en un permanente proceso de reflexión y renacimiento para responder con presteza y eficacia a una sociedad en constante cambio y cada día más exigente. Es una guerra que no sólo está en el interior del partido, una guerra que se presentía ya hacia tiempo y que estalló con movimientos como el 15M (tomado en conjunto) en defensa de una política más abierta, de una democracia más cierta, y en contra de una política que como han señalado ya algunos destacados politólogos y constitucionalistas, se había venido transformando en una especie de casta o de oligarquía democrática. Democratizar la vida política significa regenerarla, y eso significa a su vez concretar propuestas como la de Un militante/un voto, la apuesta por el rigor en las limitaciones e incompatibilidades referidas al ejercicio del poder dentro y fuera del partido. Significa un feed back permanente con la organización que permita desterrar malas prácticas y apartar errores.
Paco habla también desde la calle. Con la voz y la mirada de quien milita en el PSOE desde que tuvo edad para hacerlo y que siempre ha permanecido dentro de la organización, en la línea de combate que en cada momento le haya sido encomendada, y que pudo ser desde la Secretaría General de las Juventudes Socialistas a sus meses como Portavoz del Grupo Socialista en el Parlamento de Cantabria. Aunando esos dos adjetivos, oficialista y crítico, con los que en cada congreso se pretende clasificar y a veces desclasificar al oponente. Oficialista porque siempre ha trabajado desde la pasión y el respeto al Partido, renunciando muchas veces a sus propias expectativas o a sus propios intereses, porque siempre ha sido constructivo y siempre ha abierto la mano para apaciguar conflictos y tranquilizar ánimos; crítico, porque no se puede, no debería poderse, defender una posición de progreso, de cambio, de transformación social sin defender esa misma apertura y esa misma dinámica en el interior de la organización, porque la crítica nos permite estar vivos, apostar por el futuro y saber que son los conservadores quienes se apalancan en la perpetua defensa de un statu quo que beneficia sólo a quienes matan por preservar las cosas en su actual estado. Desde la calle, decía, porque frente a ese otro perfil de político construido desde, por y para la organización, Paco nunca ha dejado de estar bien anclado en su territorio, en su trabajo, en sus ideas y en su gente, nunca ha perdido, como profesor que ha sido tantos años, el contacto con las nuevas vivencias y las nuevas actitudes de las generaciones más nuevas, nunca ha dejado de comprometerse en la defensa de los derechos de los trabajadores, de la cultura de lo público. Nunca cambió la voz de las ideas por la voz de los datos y de la gestión. Y por eso nunca ha perdido la izquierda.
Se acerca el momento. El tiempo de adoptar una decisión que sé que no va a ser fácil ni cómoda, que va a hacer aflorar demasiadas historias y demasiada historia, pero que tiene como salida un único camino: un lunes, dos de abril, con un PSC-PSOE cerrando filas en torno a su nueva dirección y con una dirección capaz e integradora que aprenda de nuevo a hablar con la gente, a escuchar a la gente, a defender a la gente. Porque son tiempos difíciles, esos tremendos tiempos interesantes a los que como una maldición se refería el viejo adagio chino. Y a pesar de tantas cosas, de tantos desencuentros, de tantas desafecciones, España y Cantabria necesitan hoy una izquierda fuerte, llena de ideas, cargada de pasión por el mañana, para que no perdamos más de lo que ya se nos ha arrebatado, para que nuestros derechos, nuestra sociedad del bienestar, nuestra igualdad, no sólo no continúen retrocediendo sino que recuperen el terreno perdido y venzan al fin en la desigual batalla contra, como siempre, los poderosos que se aferran a sus privilegios. Y creo, desde el corazón y la razón, que ese mañana podrá ser, será más claro y más rápido, si es el mañana de Mañanes. De los valores, de la cultura de partido, de la generosidad y de la firmeza que Mañanes representa.
Sí, definitivamente sí. Por eso, Mañanes.