jueves, julio 29, 2010

Y AHORA ME PREGUNTO ... ¿REINOSA SERÁ ESPAÑA?


Escucho y leo a raíz de la decisión del Parlamento de Cataluña de prohibir las corridas de toros a muchos defensores de la que ellos llaman Fiesta Nacional pero que yo a partir de esta segunda línea definiré mejor como Vergüenza Nacional, que esa costumbre de vestirse de amarillo bailarina con toques dorados para dar pasitos horteras con maletinas sobre la arena que pronto quedará pegajosa por la sangre del toro forma parte de una entelequia llamada identidad nacional.

Falta poco, parece, para que alguien aquí se meta en berenjenales a la francesa y trate de dar forma y hasta soporte legal a ese lábil concepto de la identidad nacional y que, según van los tiros, lo haga orbitar alrededor del planeta taurino. O lo que es lo mismo, que será español, buen español, aquél que disfrute hasta el orgasmo cochino viendo como a un toro se le tortura, se le maltrata, se le humilla con la sucesión de ganchos, puntas y estocadas que le llevarán del dolor al bramido y del bramido a la muerte. Y que quienes pensamos que debe de tener algo de enfermedad moral ese morboso disfrute seremos traidores a la patria, malos españoles. Y lo que es peor estaremos vendidos a los malos malísimos catalanes que intentan destruir nuestro país precisamente destruyendo el más sólido de sus fundamentos nacionales, la tauromaquia.

Así pues, me he puesto a reflexionar bastante preocupado. Porque al hecho de haber nacido en una familia donde sólo de manera harto esporádica y siempre vinculada a la parte de mascarada social alguien iba a los toros se suma el haber nacido en una tierra donde la afición a la tauromaquia es en general impostada e importada, y donde aunque abundan los festejos en los que intervienen animales, tales festejos no se basan en el sufrimiento y maltrato del animal, mucho menos en su muerte. A pesar de que vinculada a los ritos de apariencia de la burguesía decimonónica cobró cierto auge la plaza de Santander (siempre gracias a las sustanciosas subvenciones oficiales, porque los presuntos aficionados dejan de serlo cuando tienen que pagar la entrada) y relacionada con la cercanía de Bilbao contamos con plazas en Santoña, Castro, Ampuero y Rasines. Todavía peor, crecí y pasé mis años de formación en una ciudad, Reinosa, que como la mayoría de las localidades de Cantabria ni siquiera tiene plaza de toros (terrible pecado contra la nación, entiendo), y donde sólo en una búsqueda concienzuda por los anales es posible encontrar unos escasísimos apuntes sobre corridas de toros o fiestas con vaquillas celebradas de forma puntual, ante acontecimientos puntuales y sin mucho éxito entre la ciudadanía campurriana, vista la nula continuidad de la barbarie.

Una de las fiestas centrales del calendario lúdico y tradicional campurriano tiene presencia importante de animales, el Día de Campoo, donde en la exaltación de la cultura tradicional no podían faltar los rebaños de vacas tudancas y los bueyes al arrastre del carro chillón en el que se habrán reconstruido escenas costumbristas y tiernas estampas de la vida del campo. Y también en San Mateo o en Santiago encontrarán su espacio en las importantes ferias que dieron origen a ambos festejos: la apertura y el cierre del verano campurriano como espacio social en el que comprar y vender, arreglar las economías y los asuntos, cerca siempre de esos que San Francisco de Asís llamó "nuestros hermanos pequeños", los animales. Esos que en la vida de Cantabria nos dieron no la sangre, ni el dolor, ni la muerte gratuita en un espectáculo, sino el trabajo, el calor, el sustento y la muerte también, tantas veces, como una parte de ese sustento y de su ayuda para nuestra supervivencia. Y es que creo que, patologías aparte, en el campo cántabro, en el campo campurriano ante el animal se ha sentido ante todo agradecimiento y respeto.

Eso es lo que nuestra tradición dice, eso es lo que nos encontramos en los relatos tradicionales, lo que leemos en los aportes cultos de Pereda (sí, ese escritor tradicionalista y reaccionario que consideraba las corridas de toros como una sangrienta barbaridad y al comportamiento cruel con los animales el determinante para referirse al hombre como "el peor bicho") o Llano o Calderón Escalada o Duque y Merino en sus particulares menosprecios de corte y alabanzas de aldea. Eso es lo que hemos aprendido en nuestras familias y en nuestras fiestas.

Y esa es nuestra identidad. Tan española, tan cántabra, tan campurriana, tan personal como la de cualquiera. Y seguro que mejor que otras.

Y por eso no estoy dispuesto a que nadie juzgue mi identidad, nuestra identidad, la identidad de tantas personas en toda la vieja piel de toro a partir de mi adhesión inquebrantable a una práctica cruel y vejatoria que no es mi fiesta nacional, que no tiene nada conmigo. Y que sólo puedo ver como un residuo de las peores pulsiones del ser humano. Como una rotunda Vergüenza Nacional de la que me niego a formar parte.

¿O es que ahora Reinosa, la capital del alto Ebro, no va a ser española porque no disfrute torturando animales? ¿No será más bien que Reinosa representa lo mejor, lo más alto de una identidad que no se refleja en la muerte sino en la vida? ¿Que hemos aprendido a disfrutar de los toros, pero de los toros que pastan en los puertos de Sejos y las praderías al sol de agosto y al calor cerrado del invierno?

Celebremos, sí, celebremos la decisión del Parlamento de Cataluña. Y preparémonos para defender nuestra identidad, nuestra tradición, nuestras fiestas respetuosas con los animales de la furia de quienes saben que poco a poco van perdiendo terreno. Y que como en Canarias, como en Cataluña, como en Oviedo, cada vez habrá en España más plazas de toros cerradas o reconvertidas. Y cada vez habrá menos sangre inocente sobre la culpable arena.




miércoles, julio 28, 2010

DECÍAMOS AYER ... SOBREDIÓCESIS DE ESCUPEFACIENTES



Ya sabéis que me gusta, sobre todo cuando ando con flojeras de ganas o de ideas, recuperar un post antiguo, uno que a pesar del paso del tiempo y de los inevitables datos caducados (¡lo que está cambiando Polonia!) me parezca aún de actualidad. Hace tres julios hubo una cierta acumulación de noticias sobre indignaciones clericales en el mundo artístico, y tras una visita a Artesantander en la que, por fortuna, no se enteró el ordinario del lugar del contenido de alguna de las obras expuestas, escribí lo que sigue. Actual por ser de julio, actual por seguir los de la foto dando el cirio, actual porque acaba de cerrarse Artesantander y actual porque el ballet de Bèjart vendrá a Santander en unos días y porque sus grandes coreografías siempre estarán vivas. Aquí os dejo el texto tal y como fue, tal y como es.
"Visitando Artesantander el pasado fin de semana, eché de menos una performance, ya sabéis, uno de esos montajes de "arte en acción" a los que empiezan a tenernos acostumbrados las vociferantes huestes de nuestro particular ejército de salvación. Ya lo dice la Conferencia Episcopal, cuando tiene ocasión que es casi siempre y cuando tiene difusión que es siempre, que en Madrid se peca masivamente, que España persigue a los católicos, que los culpables de la pederastica clerical homo, hetero o ambidiestra la tiene la prensa (supongo que no se atreven a decir que esos lascivos e insinuantes monaguillos y esas malvadas lolitas que van a confesarse sin recatar sus diabólicos encantos). Y antes de que los pobres toros de la salvajada nacional, también llamada fiesta, sean sustituidos por angélicos cristianos, han decidido entrar en Cruzada (Amén). Contando, claro está, con la sacrosanta ayuda de las Ondas Populares (Amén) y un Partido Popular entre cuyos peores servicios a la democracia ha sido la de despertar al fantasma del inquisidor que toda esta recua de heraldos negros lleva dentro (Amén).
Como lo de la cultura les trae al pairo, ninguno de sus guardianes de la ortodoxia ha sido capaz de darse cuenta de que algunas de las piezas expuestas en Artesantander suponían blasfemia, herejía, ¡oh anatema! (Una de ellas por cierto más bien malísima, la otra sugerente, bella y provocadora, como debe ser el arte). Asi que nos hemos librado de entrar en el Palacio de Exposiciones de Santander rodeados por cánticos, velas, inciensos, lapos, jaculatorias, insultos y fauces tratando de conjurar con magia blanca el poder incansable del Maligno.
Menos suerte tuvo Leo Bassi el pasado invierno, ya precedido por el escándalo propio en tierras castellanas (bomba en Madrid, prohibición en Toledo) y por otros ajenos (al parecer las chorradas que larga Lucía Etxebarria en un curso de escritura son un problema de seguridad nacional, sobre todo cuando las ondas populares escuchan algún comentario de los alumnos en algún cafe universitario).
Y menos suerte tuvo Maurice Bejart en Granada, el siempre magnífico Bèjart, quien osó coreografiar un Pas de Deux cargado de fuerza, símbolos místicos y puertas abiertas para traducir al lenguaje del cuerpo la espiritualidad arrebatada de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Y allá que se fueron las católicas huestes granaínas (a las que no parece mal que su arzobispo haya sido condenado por mobbing a un sacerdote, o que se gaste las perras de la archidiócesis no en amor caritativo sino en fletar autobuses para clamar en Madrid que la familia -la de toda la vida- importa) para pitar, gritar, abuchear e interrumpir, para impedir el derecho de los ciudadanos que querían disfrutar de una velada de danza de primera magnitud y necesitaban también silencio, recogimiento, respeto. Y ya que estaban allí, y ya que el malvado Bèjart ponía en escena también su celebérrima lectura del Bolerode Ravel en la versión bailarines masculinos, aprovecharon para gritar como cenutrios "Maricones, qué mariconada es ésta, dónde están las chicas".
Porque hay que ser malo. Además de blasfemar contra los santos carmelitas, Bèjart les privaba de su privilegio de machos ibéricos de ereccionar con la visión, siempre turbadora, de los muslos de las vicetiples (no creo que los aulladores distingan muy bien la danza contemporánea del Teatro Chino de Manolita Chen).
Y mientras, continúan acaparando espacio informativo. Que si Hernandezski y Fernandezski, los católicos próceres polacos, se negarán a aplicar la Convención Europea de Derechos Humanos en su país. Que si la Educación Para la Ciudadanía osa pedir respeto para todos y eso es lavar el cerebro. Que si un indignado y catolicísimo juez marciano (murciano, perdón) niega la potestad sobre sus hijos a una lesbiana, porque eso es equivalente a ser drogodependiente, prostituta o miembro de una secta satánica (Ay, cómo añoro a Montesquieu).
¿Tardarán mucho en volver a sus cuevas (del Sacro-Monte) o empuñarán de nuevo las espadas para cercenar cabezas de infieles? Cada día dan más miedo. Dios nos coja confesados. Amén.
Post Data: aquí tienen desde el mágico Youtube el Bolero. Un homenaje imprescindible al sentido común. A la belleza. Al respeto. A Maurice Bèjart".


http://www.youtube.com/watch?v=o3FQs


martes, julio 27, 2010

DULCE DECADENCIA



A lo largo de la historia han sido muchas las culturas y sociedades que tras un tiempo de furia y de vigor se acomodaron junto al hogar, absortas en la contemplación de su propio ombligo, oponiendo discursos huecos sostenidos apenas sobre la vanagloria del pasado a la impertinente realidad que iba cercenando inexorable su identidad y sus fronteras. Sordas siempre ante las pocas voces lúcidas que trataban de llamar la atención sobre la creciente velocidad de la caída. Así como languidece nuestro Festival Internacional desde hace tiempo, ajeno al movimiento del mundo, enredado en la espiral de un microuniverso autorreferente cada vez más pequeño, que continúa girando sobre su propio eje «mientras somos jóvenes».
Hace ya mucho que los lazos afectivos entre el Festival y su territorio de Santander y Cantabria quedaron severamente dañados. Que ya no se vive como una fiesta cultural del verano sino como un club cerrado, que ya no atrae turistas ni especialistas, por más que el renombre adquirido ayer continúe hoy en las cartelerías y los folletos. Y no puede ser de otra manera con entradas a precios imposibles, con programas repetitivos que se desconocen hasta un par de semanas antes de iniciarse los fastos, con una dirección acomodada en el dolce far niente y una clase política que mira embelesada los estucos que disimulan la grave pobreza de la estructura.Seguimos esperando con ilusión la llegada de esa fiesta de la música que tantas veces hemos vivido, seguros de que volveremos a vivir noches grandes como las que esperamos con el regreso de la Danish Nacional Symphony Orchestra o del mítico Ballet Bèjart de Lausanne o del compositor polaco Krystof Penderecky o del sutil barroco de La Venexiana con el Orfeo de Monteverdi. Seguros también de que viviremos esa noche de sorpresa en la que la música o la danza se impondrán desde la realidad de artistas que tal vez hasta ahora eran sólo un nombre o incluso un silencio, y nos harán recordar que estamos vivos y que continúa abierta la puerta hacia nuestras emociones.
Días grandes, noches grandes, chispas de luz que no serán suficientes para hacernos olvidar que el Festival nació también como un festival de teatro, a pesar de que no haya teatro, o para convencernos de que el género tan menor del musical merezca ese espacio privilegiado que se le otorga, o para limpiar la sensación del dejá-vu ante artistas y programas.
Pero que servirán para hacernos celebrar y recordar, a pesar de todo, la experiencia de una nueva fiesta de la cultura, de un Festival Internacional que siempre ha sido también nuestro.
(Publicado en El Diario Montañés el 25 de julio de 2010)

lunes, julio 19, 2010

IMPUESTOS Y CALLEJEROS


No se entiende bien, al menos no lo entiendo yo, la resistencia del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Santander (mayoría absoluta del PP) a revisar los criterios por los que se ordena el llamado "callejero fiscal", el que divide las vías en diferentes categorías relevantes para el pago del Impuesto de Bienes Inmuebles o para la determinación de las plusvalías.

El hecho es que el Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Santander ha presentado ya varias propuestas, de la mano de Juan José Maestro, en las que se recuerda que calles de muy diferente situación socioeconómica reciben la misma calificación y todavía más se da la paradoja de que espacios y áreas privilegiados de la ciudad, en cuanto al bienestar y servicios recibidos, tienen una categoría inferior -y en consecuencia un tratamiento fiscal más favorable- a otras que reciben peor tratamiento objetivo.

Sorprende que el "rodillo popular" haya cortado siquiera la posibilidad de estudio en varias ocasiones, pero todavía más sorprende (o no tanto) la explicación del Alcalde-Ingeniero que ha afirmado que zonas como la de las calles Castilla-Marqués de la Hermida tienen servicios como la recogida neumática de residuos de la que no disfruta, por ejemplo, la calle Castelar. Supongo que se le habrá olvidado que por el Sardinero y Valdenoja sí hay recogida neumática de residuos.

Pero, francamente, me gustaría estar presente en una reunión del Alcalde-Ingeniero con los vecinos de Castilla-Hermida para explicarles, si tiene cara suficiente, que su barrio es privilegiado con relación al Sardinero y eso justifica que paguen proporcionalmente más impuestos.

O mejor todavía, que les cuente a los vecinos de algunas calles de primera, se me ocurre por cercanía y cariño personal Santa Lucía, cuáles son exactamente esos pluses que la convierten en calle privilegiada frente a otras. ¿Más atascos? ¿Más ruido y suciedad, sobre todo los fines de semana con la movida y el botelloneo? ¿Más inseguridad al acumularse la movida y con ella los destrozos en mobiliario urbano y fincas privadas sin que se vea un policía en noche o en fin de semana? ¿Más problemas de aparcamiento? Y encima sin modernidades neumáticas. Lo dicho, estaría bien que les cuente por qué son privilegiados; les aseguro que ellos llevan tiempo preguntándoselo.

viernes, julio 16, 2010

RETRATO DE ABUELA CON ESCAPULARIO


La abuela Rosalina tenía nombre de heroína de Shakespeare y un pelo blanco blanco que solía recogerse en un discreto moño.

Era una mujer apacible, religiosa, conservadora y familiar, que trabajó muchos años regentando el estanco que fijaba la esquina entre Santa Lucía y Lope de Vega. Ese estanco que se convirtió en foco de peregrinación de chicos y grandes cuando en sus años mozos cobró fama de ser una de las mujeres más guapas de Santander. El estanco en el que se salvó por la campana de ser asesinada durante la Guerra Civil. El estanco donde tantas horas de tertulia dejaron tantos paisanos y amigos aficionados a su verbo fácil y a su inteligente ironía. El estanco que se abarrotaba de juguetes y más juguetes en vísperas de Reyes. El estanco al que bajábamos los hermanos durante las vacaciones de verano "para ayudar a la abuela".

Solía vestir de negro, al menos de oscuro, en un luto permanente que comenzaría con la temprana muerte de su hija mayor y más adelante la de su marido, mi abuelo Tomás. Tenía una fe firme y tranquila, lejos de beaterías extremas y exhibicionistas, que concretaba con la participación en un par de asociaciones religiosas, con la recepción periódica en el salón de su casa de la imagen peregrina de la Virgen del Carmen, cuyo templo santanderino estuvo siempre a una manzana del hogar y del estanco, y con la asistencia fiel a las celebraciones de guardar y algunas más, siempre tocada con un velo de blonda que ajustaba con peinetas pequeñas de carey y algunas horquillas oscuras.

La recuerdo vieja, muy vieja, con la piel blanca y arrugada y ese extraño olor amargo de algunas mujeres mayores. Sonreía a menudo y su voz era grave, pausada, tan serena que sus palabras gozaban de ciertos efectos terapéuticos. Recuerdo que antes de comer solía tomar un vasito de lo que llamaba vino rico, quina o málaga, con una galleta o un bizcochito. Que para cenar se preparaba casi siempre una papilla con leche y tapioca y una manzana asada como postre. También que adoraba a Raphael y se enfadaba y movía la cabeza cuando escuchaba en la televisión cantar a los grupos de melenudos, porque no resistían la menor comparación con el de "Yo soy aquel". Que pasaba las tardes cosiendo junto a la tata de toda la vida, Teresa, mientras escuchaban en la vieja radio, cómo no, "Simplemente María". Y a pesar de su carácter tradicional, y de ser viuda de chaqueta vieja de Falange, escuchaba por las noches alguna de las radios que llegaban desde el exterior "porque para estar bien informado hay que saber también lo que dicen desde fuera".

Vivió de manera independiente hasta que los años empezaron a maltratarla. Momento en el que decidió irse a vivir a la residencia que las Siervas de María, vecinas queridas de siempre, tenían en el Paseo de Menéndez Pelayo, que ella llamaba "De la Concepción". Porque qué iba a hacer ella lejos de su barrio, de sus amigas, de su Virgen del Carmen, viniéndose con nosotros a Reinosa "con lo lejos que está y el frío que hace". Y allí permaneció, al atento cuidado de Sor Elisa y Sor Nieves y Sor Pilar y la Madre Salud, con la presencia permanente de mi madre que tragó kilómetros y kilómetros de coche y de tren para estar siempre cerca de su madre, y de los ruidosos nietos que cada poco invadíamos la casa religiosa con nuestros gritos y nuestras trastadas.

Supongo que hoy, festividad de la Virgen del Carmen, mientras escucho cómo suena junto a mi casa la Salve Marinera, en este barrio en el que siempre vivió la Abuela Rosalina y que tiene como uno de sus referentes la Iglesia de los Carmelitas, era un buen momento para un recuerdo modesto para esa señora guapa con nombre de heroína de Shakespeare que fue mi madrina, que nunca se quitaba el escapulario, que tenía miedo de que yo le contagiara el sarampión y que me regaló "Platero y yo", uno de los primeros libros que recuerdo como míos. Que siempre fue ejemplo de ternura, de bondad, de esa letra pequeña con la que siempre se ha escrito la historia que de veras importa.

lunes, julio 12, 2010

MUCHO MÁS QUE NACHA


Sería durante los primeros años de la transición, pongamos el 77 ó el 78. Yo tendría unos trece años y una televisión familiar en la que sólo se veía una cadena, en blanco y negro. Había muchos programas que alternaban entrevistas con actuaciones musicales, y otros con el formato de gala de artistas. Y fue en alguno de ellos donde recuerdo haber escuchado una noche cualquiera a una mujer delgadísima y cargada de furia "Yo te nombro, libertad".

Entonces yo no sabía quién era Nacha Guevara. Tampoco sabía que la canción había sido construida a partir de la adaptación al castellano de un poema surrealista de Paul Eluard. Y por supuesto no había oído jamás la expresión "poesía automática". Pero me sabía más o menos la letra, después de haberla compartido algunas noches en los fuegos del campamento del verano anterior, en Laredo o en Alcocebre.

La vi de nuevo en otros programas. Reí con su "Puntuación fonética", me extrañé ante los juegos líricos de "Construcción", me quedé frío ante bromas y provocaciones eróticas o políticas que yo no comprendía del todo. Y la vi en los carteles de las temporadas de teatro estival, ese ciclo Talía que se desarrollaba en el Gran Cinema (otro más de los teatros que este Santander Cultural con vocación de capital europea se permitió el lujo de derribar), como algo prohibido, clasificado moralmente "Para mayores de 18 años" y como "gravemente peligroso" en la valoración del Obispado que todavía se publicaba en la prensa. Algo que estaba fuera de mis posibilidades y que, por tanto, nunca pude vivir.

Pero no fue hasta mis primeros años en la Universidad cuando el encuentro con Nacha Guevara, y a través de ella con Mario Benedetti o con Boris Vian, se convirtió en un amor extraño, que a cada nueva canción se refrescaba y crecía como un verso enroscándose sobre sí mismo hasta hacerse poema. Ángel adoraba a Nacha. Y como no había excursión sin su coche, tampoco era posible salir a las carreteras sin ella. Cantábamos "Yo soy la Nacha" turnándonos en los papeles del diálogo Alberto Favero/Nacha Guevara, nos entusiasmábamos histriónicos con "Aquí estoy", reíamos con los aciertos afilados de "Soy snob", reinventábamos el amor con "Te quiero", "Todavía" o "Amor de ciudad grande", nos exaltábamos con el recitado violento de "Un Padrenuestro Latinoamericano".

Hubo unos años vacíos, años en los que de vez en cuando sonaba su nombre en relación a un lejano nuevo espectáculo, o como una razón esencial para decidirme a ver alguna película. Leía en la prensa sobre sus nuevos proyectos, sus viajes y sus éxitos. Y así, admirándola desde lejos hasta que hace unas semanas descubrí en Madrid un cartel que anunciaba "Mucho más que dos", el regreso a nuestro país de Nacha Guevara otra vez reunida con el que fue tanto tiempo su pianista y su marido, Alberto Favero. Y enredé por internet hasta encontrar la pista del teatro y la forma de acceder a las entradas.

He regresado hace sólo unas horas a este Santander aturdido por el triunfo de La Roja, este en el que desde el ordenador escucho vuvuzelas, bocinas y gritos de una felicidad que he compartido y que me ha emocionado. Aunque mi felicidad pequeña de este fin de semana proceda de otra fuente.

Estuve con Leo en Madrid. Tuvimos tiempo para pasear por el Botánico y para visitar la exposición "Turner y los maestros" en El Prado. Tuvimos tiempo para pasear, aprovechar las rebajas en Diesel, conocer a José Luis y a Mikel, reencontrarnos con Lawrence.

Pero estuvimos en Madrid sobre todo en el Teatro Fernán Gómez. En la primera fila, butacas una y tres, a apenas dos metros de una Nacha en estado de gracia, emocionada y emocionante, que repasaba las canciones que conocíamos y también las que nunca nos habían llegado. A dos metros del piano prodigioso de Favero, siempre en ese plano tan secundario como imprescindible. Sabia Nacha, adaptando los textos para evitar el olor a pasado y las referencias que nos resultarían ya tal vez demasiado lejanas, haciendo pequeñas y entrañables trampas con la melodía para esquivar esos dos sobreagudos de "Si yo fuera como ellas" a los que tal vez no sería prudente enfrentarse hoy y, sin embargo, salvar la fuerza dramática de Evita, tal vez agrandarla. Nos hizo reír con sus presentaciones cínicas, incorrectas ("No basta ser feliz, es preciso que los demás sean desgraciados"), nos invadió de paz y de palabra cuando dejó que sonara Benedetti, siempre Mario Benedetti, en off. Lo justo para renovar los votos con su poesía y reafirmar los pilares para empuñar en su favor una lanza ante quienes lo creen "popular", "fácil" o "demasiado político", mientras ignoran el canto oscuro del frágil componedor de los "Poemas de la Oficina" que grita en silencio "Aquí no hay cielo". Y lloramos con Nacha al escucharlo. No pudimos evitar cogernos la mano y sonreírnos como dos idiotas mientras ella desgranaba "No lo creo todavía: /estás llegando a mi lado / y la noche es un puñado / de estrellas y de alegría". Y gritamos y aplaudimos al final, en pie, sin poder evitar esa lágrima que me resbaló libre por las mejillas cuando cerró esa noche la gala, cerrando por casualidad el círculo que se había abierto cuando yo era sólo un crío que escuchaba "Por el pájaro enjaulado, por el pez en la pecera, por mi amigo que está preso porque ha dicho lo que piensa ... Yo te nombro, Libertad".

Regresamos al hotel felices y encogidos. Renovando los votos con la causa de la alegría, con el amor por los versos, con la indignación por la injusticia que nos sigue agitando y que de nuevo nos obliga a nombrar en nombre de todos por su nombre verdadero la causa de los hombres.

En una noche que fue de Nacha, de esas mil y una Nachas vestidas siempre para enamorar. Esa Nacha que nos dio la ironía y que se hizo tantas veces ladrillo en la construcción del edificio de la propia conciencia.

Una noche libre en la que pudimos ser a su lado Mucho Más que Dos, Mucho Más que Cientos. Mucho Más que Nacha.


viernes, julio 09, 2010

EL OMBLIGO INCESANTE


Cada verano lo mismo. Uno hace voto monacal de silencio ante la cercanía de la madre de todos los eventos culturales y acaba apareciendo El-Artista-Antes-Conocido-Como-El-Fraile-Infinito en la prensa para realizar una de sus desfachatadas y habituales auto-laudationes y claro, se me recaliente la lengua.

Pero este año me he prometido no volver a hablar del Fraile Infinito. Y es que el término infinito tiene algo de aventurero, de espiritual, de intemporalidad cuántica. Y como mucho aquí tenemos hastío, aburrimiento ante un ombligo que como el tango yira y yira, bostezos desaforados ante una vieja historia interminable.

Así que nos pondremos santandeuropeos y usaremos el inglés, ese idioma tan koiné y mucho más megamoderno que nuestro rancio castellano de toda la vida -dónde va a parar, hombre- para que se nos quede contento nuestro Doctor favorito, para referirnos a nuestro siempre idolatrado siervo de Dios. A partir de hoy, Neverending Friar.

Como ya es habitual, la programación completa ha salido tarde, tan tarde que casi se superpone con el período de abonos (bueno, ni tan mal, no sería la primera vez que la gente compra los abonos sin saber a qué se está abonando -lo que también habla mucho y no bien de tan exigentes espectadores-), después de que en el patronato se enfadaran un poquito con la costumbre festivalera y flamencona de presupuestar por alegrías. Así que Neverending Friar compareció ante los medios para reafirmar sus ganas de seguir "ahora que somos jóvenes". No es que nadie dudara de la devoción del fraile a la Virgen de la Perpetua Prebenda, pero me pareció singularmente encantador y naif lo de utilizar el plural mayestático para referirse a sí mismo. Y claro, así tuvimos nos la primera carcajada de la serie. Que se hizo neverending risa cuando afirma con el cinismo propio del personaje y ante el retraso en la programación "sufro por salir un poco tarde pero eso no se va a repetir". Y es que claro, el jovenzuelo tras 31 años al frente del FIS todavía no ha aprendido a administrar los tiempos correctamente, pero no se preocupen, en otros 31 años lo pone todo al día. Con la venia de sus padres coadjutores que por el ala municipal y el autonómico le ríen las gracias y le consienten que continúe proclamando el tango "Cuesta Abajo" como himno inevitable de un Festival que se nos está muriendo.

Y es que baste echar un vistazo a la programación para comprobar que aquí menos que en ninguna otra parte, no hay nada nuevo bajo el sol. Como era de esperar y como ocurre año tras año, el director del Festival se contrata a sí mismo y a su coro. Como era de esperar, reaparecen los mismos autores, las mismas sinfonias, los mismos intérpretes repetidos. Como era de esperar, se recogen restos de serie en el mercado de los homenajes realizados por otros festivales y teatros en tiempo y forma (una ópera de Monteverdi, tras haber pasado sin mencionar al compositor los centenarios de su nacimiento y del nacimiento de la ópera; unas puede que interesantes, al menos inhabituales, muestras orquestales de Albéniz, tras celebrarse su aniversario ... el año pasado, una ópera ya repetida, con todas las que nos quedan por pasar por Santander, etc). Y muy pocas noches que de verdad nos permitan esperar la sorpresa, la belleza, el sueño.

A pesar de venir con retraso, apuesto por el Orfeo de Monteverdi en manos de La Venexiana. Y por la 1º de Mahler en las de esa orquesta que ya nos deslumbró en el pasado, la Danish National Symphony.

Pero ojo al dato. La programación se va trivializando, generando una especie de festivales folkindoamericanos paralelos, y proponiendo como gran novedad no ya un programa patchwork de pedacitos de ópera descontextualizados, sino de pedacitos de musical descontextualizados.

Como si no hubiera ya bastante fantasmón para que se nos echara encima el de la ópera.

Me lo dijeron anoche,
las lenguas de doble filo,
que este año hay musical:
el que viene, Teatro Chino.


domingo, julio 04, 2010

MOMENTOS ESTELARES: ENTRE LA ORGULLOSA MULTITUD


Si es lo que yo les digo siempre a las maritímidas que siempre se ruborizan ante la simple idea de hacer un poco de manifiesting de fin de semana para añadir unas gotitas de sudor propio a las mareas ajenas y diversas que recorren los Madriles con motivo del Orgullo lgtb. "Pero, a ver cari, ¿te crees tú que las televisiones y los fotógrafos no tienen nada mejor que hacer que buscarte a ti, precisamente a ti, para convertirte en portada entre el millón de chulazos y chulacísimos profesionales que se esperan?".

Y claro, uno es que tiene amigos estupendos y monísimos y comprometidísimos (y todo hay que decirlo avergonzadísimos y con unos armarios de IKEA de super-design pero cerrados a cal y canto). Pero también es verdad que incluso los tirando a monos, que los hay, y hasta los que empezaron hace cinco minutos a ir al gym del barrio y se encuentran en periodo pre-chulazo tienen poco que hacer en dura competencia con los duros maromos orgullosos que lucen poderío de carroza en carroza y que tanto molestan a los cretinos de Intereconosuya y a la López-Michelines. Y es que la prensa, tan objetiva siempre ella, tiene la costumbre de pasar de largo entre las pancartas y los colectivos, y cual mediáticos salmónidos remar corriente humana arriba hasta llegar al primer culo pajarero que localicen, y allí, de entre el millón de asistentes y asistentas (por si va Bibiana en la pancarta hay que tener cuidado con este momento) vestiditos de verano pero corrientuchos, con sus camisitas y sus canesúes, ponerse ciegos a tetonas siliconadas de trans brasilera, tetonas siliconadas de chulo musculoca y tetonas no siliconadas pero igualmente oxigenadas de bollo militar. Que es lo que les gusta. No van a dejar que un río de normalidad les destroce el escándalo ... ¿o sí?

Así que si mis mariaconsejadas tienen miedo de que amigos y familiares se enteren de lo que sin duda ya saben hace muchos muuchos años, no hay cuidado. La manifestación del Orgullo es un lugar seguro en el que perderse para gritar consignas, reivindicar derechos, bailotear a gusto y soltar el cuerpo sin que nadie se entere. Mucho más segura, dónde va a parar, que las noches en el Colilla, el Dragón o el Trovador, donde seguro que al entrar o salir hay una vecina fisgona e impertinente recién salida de la adoración nocturna a la que le falta tiempo para decirle a mamá al día siguiente, en mitad de la partida de cinquillo, "Ay, Cuquina, que ya vi ayer a tu niño metiendo mano a un morenazo con pinta de macarra rumano delante de un sitio de esos de ya sabes, bueno de gueises o como se diga, de maricones que eran en mi tiempo vamos. Qué gusto que por fin haya salido del chiffonier o del armario o de donde tenga que salir. Estarás orgullosa, Cuquina, no es para menos". Mientras Cuquina se va poniendo por momentos de cada color del arco iris y destilando veneno por la boca, intentando no decir a la santa informadora que no sabía nada de los gustos del niño, como la vecina seguro que no sabe que a su hija se la trajinó el mes pasado todo un barco de la OTAN que la confundió con un campo de maniobras.

Y no van a salir en los medios por chulas y menos por militantas. ¿O sí?

El caso es que Rukaegos pisó su primer Orgullo mediados los 90. Cuando todavía andaba medio cortadillo y pendiente de autointegración controlada. Pero como la manifestación y él coincidieron por la Calle de Alcalá, llena de nardos enhiestos y almidonados, cuando andaba por la capi para asistir a un Curso de Verano en El Escorial titulado (lo juro) "El sexo en la boca del poeta", destinado a analizar tradiciones y modernidades en aquello de la poesía erótica, pues no quedó otro remedio que fraguar el encuentro.
No se vayan a creer, los orgullos de entonces no eran como los de ahora. Cinco o seis mil personas sin carrozas y con carrocerías bastante más discretas, con batukada rítmica, eso sí, que terminanban en la Puerta del Sol con besada de protesta. Pero como me pillaba a mano, me introduje con cuidado delante de la batukada y empecé a mover caderamen hasta finalizar el recorrido.

Llegó el turno de la besada y yo, que había ido solo, fané y descangashado, me dispuse a esperar y aplaudir mientras varios miles de labios recalentados y comprometidos se buscaban a mi alrededor. De pronto apareció él, con su aroma viril de Patrichs, un tiarro de unos 30, guapo hasta la extenuación, hermoso y rubio como la cerveza, y tan desparejado como el menda. Se acercó sonriendo, me agarró del caderamen y me plantó un largo beso militante. Terminada la acción me guiñó el ojo, me dijo "Gracias, pensé que mi iba a tener que marchar sin darle el beso a nadie" y desapareció entre la multitud.

Me levanté a la mañana siguiente sospechando que todo habría sido un sueño. Hasta que al llegar al Escorial un poeta amigo con quien había quedado para el curso me espera Diario 16 en ristre y cara de sorna diciendo "vaya que no pierdes el tiempo tú ehhhh". Y es que allí estaba yo, comiéndole los morros al rubio en plena página seis a tres columnas, ilustrando el final de la besada y con él, de la manifestación. Menos mal que mi madre por entonces leía el Diario Montañés.

Años más tarde, allá por el 2000, mucho más suelto y visible para horror de la madre lectora del Diario Montañés que, por suerte, tampoco veía las noticias de Antena 3, recibí una llamada al móvil (en cántabro telefonucu) de mi hermana Pequeño Monstruo. "Oye, Rukaegos, ¿por casualidad no estarás en Madrid, verdad?", "Pues sí, Pekemonster, ¿por?" "Pues por nada, que le estaba diciendo yo a mi novia Brutus que el de la camiseta verde que está ahora en primer plano en las noticias de Antena 3 eras tú, pero cuando te llamé y cogisteis los dos al tiempo ya no nos quedó duda. Por cierto, el morenazo sin camisa que te tiene tan agarrado del caderamen no es de Santander, ¿verdad?".

Fue el 2004, cuando mi madre ya leía El Mundo (hijo ilegítimo del Diario 16 de Pedrojeta) y veía los informativos de Antena 3 porque todos los demás eran un nido de rojos, el año que tuve que dar gracias por que mi madre no leyera habitualmente La Vanguardia. Había estado Rukaegos en el Orgullo 2003 con una camiseta sin mangas monísima (qué bien me estaba sentando lo de los dos años de corrido al gym, señor de los espacios infinitos) de una marimarca más bien transgresora, AYOR, y unos piratas fresquitos y estupendos para no pasar demasiado calor bajo el plomizo sol de julio, cuando decidió acercarse con el veinteañero colombiano canela y sabrosón que se le había acercado la noche anterior en quién sabe qué antro a la interminable bandera de los seis colores que hacía falta levantar. Y allí levantar por las puntas el principio del color azul y con el colombiano detrás listo para colaborar en el orgulloso vaivén.
Nada fuera de lo normal. Si no fuera porque el enero siguiente, La Vanguardia decidió publicar antes de las erecciones generales una serie de reportajes sobre las cuestiones pendientes en la agenda política tras ocho años con el Aznar pegado a la Botella. Y entre las pendientes, claro, una titulaba "Los derechos de los gays" (qué manía tienen los periódicos de olvidarse de las lesbianas, coño). Supongo que a estas alturas ya estarán suponiendo quién ocupaba en exclusiva (con unos brazos de cumbia por detrás) el plano corporal de la foto con la que se ilustraba el tal reportaje.

Pero yo a las maritímidas del principio les sigo diciendo que es totalmente, pero TO-TAL-MEN-TE imposible que nadie se entere de que están en la manifestación del Orgullo si no dicen nada en casa. Al fin y al cabo yo he estado cinco años y sólo he sido portada en tres.

Feliz y TRANSformador Orgullo LGTB 2010 para todas y para todos (que sí que estuvo Bibiana).

Licencia de Creative Commons
Un Santander Posilbe by Regino Mateo is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
Based on a work at unsantanderposible.blogspot.com.