viernes, septiembre 04, 2020

EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO


Diez años después de tantas cosas... Diez años, uno de esos aniversarios redondos que, incluso sin quererlo, nos obligan a mirar hacia atrás, a girar sobre nuestra propia memoria y volver a andar el camino.

Leo era friolero, mucho. Se le encendía la sonrisa en las mañanas de sol, desataba su lado más pícaro y sexy en la playa o en las terrazas, con sus gafas de sol y sus estilismos de chulo de culebrón latino.

Por eso escribí en un poema de 33 Instantáneas "Él es el verano". Por eso en tantas de las imágenes íntimas o las fotografías que él mismo compartía en su Facebook hay mucha camiseta de tirantes, mucho bañador, muchas gafas de sol y mangas cortas, dejando asomar su tatuaje, mucho de ese cuerpo tan amado y tan deseado a la vista. Hay mares, jardines y palmeras de aquel verano mágico del 2009. Y no tantas del verano de 2010, cuando la quimioterapia desaconsejaba la exposición al sol y obligaba a descansar y a cuidar la carne maltrecha.

Ha hecho mucho calor, y muy húmedo, en Santander estas últimas semanas de agosto. Era difícil dormir. Más fácil recordar esa canícula de ya diez años, que sirvió como origen para otro de los poemas del libro de poemas que habla de viaje junto a Leo. El que se titula, como la comedia de Shakespeare, A Midsummer night's dream, el Sueño de una noche de verano.

Era imposible dormir. A eso de las cuatro de la mañana, el termómetro no había bajado de los 22 grados. Para empeorar el panorama, Leo había tenido sesión de quimio y notaba que su cuerpo le abrasaba desde dentro. Yo quería que descansara, pero no parecía una opción posible, así que sobre esa hora surgió la idea loca, la de irnos al Parque de Jado y allí tratar de que nuestros cuerpos se enfriaran a la fresca, en algún banco oscuro que tal vez recibiría un poquito de brisa. Ante mi sorpresa, a Leo le pareció bien, así que nos fuimos los tres, Leo, su enfermera Glenda y yo. Glenda pronto encontró una zona de hierba fresca para desplomarse y en el banco más cercano nos sentamos Leo y yo. Leo se echó sobre el banco, dejando que su cabeza reposara sobre mi pierna, y consiguió dormirse mientras yo cantaba muy bajo, muy bajo, muy bajo esa pequeña joya de Joe Cocker que es You are so beautiful, mientras casi sin tocarle acariciaba su cabeza.

Así estuvimos algo más de una hora, hasta que ya pareció prudente regresar a la cama común.

Así fue como nació uno de los poemas que me gustan de 33 Instantáneas y que ahora recuerdo en este viejo blog para vosotros.

A MIDSUMMER NIGHT'S DREAM

Ahora que descansas
como un niño pequeño en mi regazo

-tu cuerpo está extendido sobre el banco del parque, son las cuatro de la mañana y este calor violento y sofocante que abrasa nuestra casa no te deja dormir, vueltas y vueltas sobre el campo de muelles, y más vueltas incómodas hasta que te propongo que bajemos al parque con la perra para encontrar el fresco como esos dos amantes que se adentran en los bosques de Atenas en busca de la calma cuando el verano arrecia-

ahora que la perra nos custodia
como una dulce esfinge
desde su lecho fresco de rocío y de hierba,

-llevas el fuego dentro, han sido cuatro horas de inyección de veneno en tus entrañas, tus brazos están rígidos, como cartón y hueso son tus venas, y el ritual de siempre en el hospital de día, sonrisas en la sala de los muertos, un libro, una película, la charla susurrada, una enfermera que acaricia tu piel y la perfora con extremo, cuidado no ha sido suficiente para aplacar tu miedo-

te acaricio la frente
y elijo una canción para cantarla
a tu oído, bajito,
al tiempo que los ojos se te cierran,

-ha resultado mágica esta vigilia en medio de este verano triste, sueño ahora que tu cuerpo de pronto regresa a la hermosura, que caminas con los pasos bien firmes hacia el centro del escenario y mueves los brazos de libélula y el teatro se llena de escamas de colores y todo el mundo calla para escucharte, Puck, Robin Goodfellow, duende travieso de humor impertinente, "yo soy ese alegre andarín de la noche", y cantas con tu risa y crece el deseo en cada espectador y todos te aman-

te acaricio la frente
y con voz de Jode Cocker, enamorada y rota,
canto You are so beautiful to me
mientras por fin descansas y te duermes
y respiras despacio.

-La madrugada calla-.

2 comentarios:

Alfonso Saborido dijo...

Hermoso. Esos sueños son regalos de nuestra memoria. Yo cierro los ojos y le veo con vida. Como si fuera ayer. Abrazos.

Rukaegos dijo...

Un abrazo enorme, Alfonso.

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