
Mientras Rajoy dormita y los mercados nos explican desde su propia pestilencia por qué los vampiros se han puesto tan de moda, una sensación de desconcierto, de tristeza, de cierta depresión colectiva, se instala en un PSOE que precisa de una fuerte sacudida, de una descarga de ilusión, de proyecto, de mensaje, que le permita volver a activar a su militancia y a recuperar una frescura que el poder, como suele, le fue marchitando.
Andan más calientes, me temo, que afinadas las redes y las federaciones, y se vive un fuerte desarraigo de las bases con relación a cuadros y baronías en la espera de una señal, de un nombre, de un horizonte, que permita articular de nuevo el esfuerzo común para remar en una dirección determinada y única. Una señal que no va a resultar fruto de una epifanía misteriosa, desde luego, y que tampoco podrá surgir nunca de las tradicionales y enquistadas guerras de familias y sensibilidades que tanto tiempo llevan sangrando a la organización y que tan poco hábiles para recuperar el tono se han demostrado en lugares como Valencia, Murcia o Madrid, donde hubo en su tiempo tanta fuerza y donde hoy se padece una patética incapacidad frente a un PP que con el "modo panzer on" sigue por sus fueros haga lo que haga, diga lo que diga, pase lo que pase. O, no nos hagamos trampas en el solitario, una Cantabria que sin duda juega en campo mucho más difícil, y en la que cuando se tuvieron los triunfos en la mano y se pudo optar por un partido fuerte y cohesionado, no se quiso o no se supo.
Llegan lecciones y lecciones, muchas desde quienes nunca han optado por el PSOE pero parecen haber hecho un máster a su izquierda o su derecha, y que perpetúan algunos lugares comunes que son desmentidos por la tozuda realidad de los hechos. Como la idea de que los votos perdidos lo fueron por sus políticas económicas de cierto tufo liberal y sangraron por la izquierda, frente a los estudios de Demoscopia y otros que nos muestran cómo fue ese centro moderado, ese que se intentaba sostener, el que ha apuntalado con más de un millón y medio de votos trasvasados la victoria del PP. Por el otro lado, una flojera más que evidente en los liderazgos, una mediocridad común a toda Europa y a todo el espectro político en la talla política de quienes deberían ser grandes para afrontar grandes retos, una dubitativa yenka que no daba pie a la confianza, un estallido de indignación social que no se ha podido o sabido entender, si bien, y vistos los movimientos quincemayeros del verano hacia acá en los que se van enrocando en su propia autorreferencia pírrica, tampoco parece que pueda haber un diálogo ni posible ni siquiera deseable. Y que por otro lado consiguió uno de sus grandes objetivos, acabar con el bipartidismo: hoy estamos ante una España monocolor y en la que nadie podrá hacer contrapeso ni fuerte ni débil ni mediopensionista. Pero como todos somos iguales, pues da igual ¿no?
En el horizonte cercano, un primer desafío grande que empujará en dominó a muchos pequeños grandes desafíos: el Congreso Federal y los Congresos Regionales y locales que deberán sucederle en el tiempo. Un horizonte en el que sin duda habrá que plantear algunas cuestiones de las que dependerá que la rosa pueda recibir agua fresca y despertar otra vez lozana en un tiempo razonable o se vaya deshojando poco a poco a lo largo de un tiempo que para nuestro país será demasiado lento y que probablemente traiga más de malo que de bueno (si es que alguna vez son capaces de salir de su silencio y de su parálisis).
1. Hay que aprovechar lo mejor que tiene el Partido hoy, su militancia. Hace falta formación, ilusión, rearme estratégico e ideológico no para un pequeño grupo selecto que vaya a formar parte de los comandos, sino para la tropa entera. Porque necesitamos activar agentes electorales, personas que vivan su proyecto con alegría y compromiso en sus ámbitos profesionales, personales y territoriales, agentes que lleven a su barrio las nuevas y los proyectos y que traigan de su barrio las preocupaciones y la realidad.
2. Hay que conjugar con sabiduría, generosidad, y mirada de futuro retiradas y permanencias, experiencia y novación, a fin de levantar una estructura abierta, flexible y participativa, pero al tiempo fuerte, con un discurso claro, con voces estratégicas y un banquillo nutrido y sólido.
3. Debemos reivindicar lo mejor de la palabra "política" y luchar contra esa desafección social tan justificada tal vez pero fuente también de actitudes totalitarias o iluminadas, de absolutismos y de ira. Frente al tecnócrata, que tiene y debe tener sus espacios de decisión, la figura del político que toma en consideración los diversos puntos de vista, que escucha primero, decide después y explica e ilumina con respeto a la ciudadanía, sin ocultar ni menospreciar. Desde la cercanía y el liderazgo.
4. Hay que profundizar y reivindicar en lo que ha sido la mejor historia del PSOE y de sus decisiones, la lucha encendida por los derechos civiles, las libertades públicas, la igualdad, la justicia social. Y hay que implicarse en el encuentro con un modelo que desde la Socialdemocracia clásica invente, recuerde o articule soluciones de desarrollo y crecimiento particulares y globales que se puedan oponer de manera eficaz a los mercados piratas, las manos invisibles y las artimañas neoliberales, causa por sí mismos de la peor crisis y que sin embargo parecen a punto de ganar la partida sobre nuestras espaldas y contra la mayoría.
5. Hay que establecer un programa, un proyecto, un horizonte, claro, de izquierda democrática, plural e integradora en el sentido europeo, liberal en el sentido anglosajón, celosa pues de las libertades públicas, de la promoción de las personas, de la igualdad de oportunidades, de corrección de injusticias. Y hay que comenzar a caminar con pasos firmes, no importa que lentos, hacia ese proyecto, hay que sumar, no importa si despacio y con mucho trabajo, para ese proyecto. Y hay que hacerlo sabiendo que todos los que queremos empujar lo hacemos con transparencia, apartando a quienes sólo se subieron por el medro particular, remando en la dirección marcada y asumiendo que tal vez al timón estén rostros que no eran los que más nos gustaban, pero que son de los nuestros y por eso tienen que ser también los nuestros.
Alguien dijo que en momentos difíciles, partido partido y partido. Puede ser, pero también partido, ideas, solidaridad y entusiasmo. También escucha, cambio y apertura. Porque el sendero será arduo, pero la aventura merece la pena y por eso no vamos a pararnos, así que compañeras, compañeros ... ¡adelante!