domingo, agosto 29, 2010

IMBÉCILES SIN FRONTERAS: CALAMAROS EN SU TINTA


Creo que Andrés Calamaro me aburría ya antes de que supiera de su existencia. Ni entendí nunca la devoción de algunos amigos por sus canciones (de acuerdo, las de Los Abuelos de la Nada eran frescas y movidescas), ni soporté nunca esa pose falsa de niño terrible, de divinidad en chasis, de malote de barrio mientras se arrimaba bien arrimado a quienes detentaban el poder discográfico.

Pero en realidad todo eso me parece parte del juego. Que su música sea mejor o peor (o que me resulte más o menos grata, que son dos cosas diferentes) que la de otros artistas no basta para ingresar a ritmo de pasodobles en Imbéciles sin fronteras. Tampoco que en un mundo obsesionado por la imagen Calamaro o quien sea se cultive una. Ni siquiera que vaya pontificando sin que se sepa bien por qué títulos sobre la ciencia de la vida, del bien y del mal, o que de su pontificado se desprenda más hipocresía que otra cosa (como si no estuviéramos ya acostumbrados a la íntima relación entre pontífices e hipócritas).

Lo que le trae a este blog y a su peculiar oenegé es la pataleta infantil y cazurrona que se nos ha marcado cuando de pronto el malote del colegio ha caído en la cuenta de que sus proféticas palabras a veces suscitaban el aplauso incondicional de sus incondicionales pero que de tanto pisar las sendas de la incorrección impostada ese aplauso podía volverse silencio o incluso resquemor. Supongo que le pareció muy divertido jugar una vez más a ser el chico bronco, a renegar de la progresía no porque a él no le haya dado esa progresía oportunidades y dividendos, sino porque la convierte en culpable de que él ya no pueda saciar su sed de sangre en la Monumental de Barcelona. Suponiendo que alguna vez haya puesto la bota en esa plaza en busca de corrida.

Y así, mientras flotaba por los lejanos universos de la suficiencia y el autobombo, se comparaba a Dylan (andaaaaaaa) y lloriqueaba porque la prensa no se hace eco de sus discos, que por supuesto él considera la quintaesencia del rock, pero sí toma nota de sus rabietas twitteras, decidió dar un portazo a su cuenta de twitter explicando a los otros niños del cole que ya no les ajuntaba, que eran feos y culones y con granos, y que se iban a enterar porque su padre es guardia.

El personaje popular puesto en modo rabieta se despachó a gusto desde su web, con todo un surtido de insultos y descalificaciones (como no podía ser de otra forma, en su mayor parte llamando a la peña marica y mongola con diversos y creativos matices). Y así, invita al "coro de subnormales" de sus seguidores a meterse la blackberry por el culo, hastiado de que los "culoblandos" no se plegaran a sus sermones y mostraran que a pesar de esperar sus tweets seguían siendo una "masa aborregada" de "pichaflojas" que no sabe crear conceptos que no sean light (menos mal que tenemos a Calamaro para hablar con propiedad y profundidad de redivivo Kalikatres sapientísimo).

Agradecido a Calamaro por salvar nuestras vidas con tanta prestancia y augurándole un nuevo y rentable futuro televisivo, no sé si como profesor de buenas maneras a las órdenes de Carmen Lomana, como joya de la corona para pulir o como contertulio en "El gato al agua" y en Telemadrid, le hago entrega del diploma que le acredita como socio de honor de Imbéciles sin fronteras.

Por sus exquisitos modos, por el respeto que siente por sus seguidores, por considerar en plena ebullición de ego que nada hay en el mundo que merezca la pena fuera de sí mismo. Y por ser incapaz de controlar una rabieta que se hubiera terminado solita apagando el móvil.

Pero es que ya que es un profesional de la música o así, mejor aprovechar para dar la nota.

1 comentario:

BRUNO6 dijo...

Pues,menos mal!.
Ya pensé que era el único que opinaba que este cretino era un cretino.

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