"El blog anteriormente conocido como Un Santander Posible y como Desde una habitación desordenada"
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Ya conocisteis a algunos de los personajes más relevantes del pasado más inconfesable del pobre Rukaegos. Los "amigos del alba" de la novela que nunca llegó a escribirse o la "pandilla basura" como con rara precisión se autodefinían. Nancy Culturas como bella, rubia y sempiterna musa y a su alrededor Son Las Citas de Mi Capa, Oposita Que Algo Queda, Lanza de Fuego, las Vainas Mutantes, Menudo Pájaro de Juventud, Marnie la Ladrona, Meiga Queimada, Un Tranvía Llamado Deseo, Las Kennedy (y es que ya decía Big Head Designer "ellas querían ser las Kennedy, pero en Santander no-se-pue-de" con su vocecita de perverso colibrí marilyniano) y un largo etcétera de buenos, malos y malísimos (el Marqués de Besonegro, como sucesor oscuro de Darth Vader y Sauron a un tiempo siempre el peor de todos) que configuraron un pasado nunca entrañable pero sí totalmente absurdo.
Muchas cosas pasaron ante los siempre vigilantes y asombrados ojos del inocente Rukaegos. La mayoría olvidadas aunque en estos tiempos cuentan las lenguas de doble filo que Los Basura están reinventándose (horror, terror y pavor) con muchos más años y muchas menos ideas. Aunque algunos momentos quedáranse clavados para siempre en la historia universal de la infamia, página tres. Como (música lúgubre) el intento de asesinato de Nancy Culturas en las aguas sombrías que rodean la Isla de Mouro (ver foto).
Algunos personajes extraños y advenedizos habían recalado en las cercanías del curioso Trash World en que vivíamos durante aquellas largas noches de bohemia e ilusión. Sin que nadie recuerde muy bien de dónde habían salido o qué aviesos y fementidos encargos buscaban ejecutar. Pero el adolescente cachitas que iniciara su educación sentimental entre tan turbias compañías bajo el nombre de guerra de Le Coq Sportif y el ingeniero de mirada turbia que pronto consolidó el de Pshyco cobraron un protagonismo que si bien fue festivo al principio hubiera sido trágico si Son Las Citas de Mi Capa no hubiera salido durante un instante y a tiempo de su espeso sopor existencial.
¿Tendría ya planeado el crimen Le Coq durante las horas en que lució su bronceada y deseada carne mortal en Las Quebrantas?¿Se conocerían ya Le Coq y Pshyco antes de aquella cena en el bonito y rústico velador del perverso -y sexy- ingeniero?¿Qué mente obscena había dado por supuesto que a Rukaegos se le caería la baba ante la explosiva masculinidad de Pshyco, a Pshyco se le rebelarían las entrepiernas con la sola cercanía de la rubia Nancy que acababa de dejar solo, fané y descangashado al niñato pijo e ingeniero seleccionado en duro casting por mamá para perseguir a faranduleros de segunda regional como Un Tranvía Llamado Deseo o de champions league como Dudu mientras ponía cachondín con esa impostada inocencia de femme fatal a Le Coq Sportif quien a su vez ponía nerviosillo a Son Las Citas de Mi Capa mientras Lanza de Fuego dirigía sus ojos a todo ombligo, pechito o caderamen que se pavoneara en unos tres kilómetros a la redonda?¿Estarían ya acostándose contra natura Batman y Robin?¿Fue entonces cuando Aznar se aficionó a La Botella?
Tal vez nunca podamos resolver tantos enigmas. Pero el caso es que Le Coq propuso un cursillo acelerado de vela en las calmadas aguas de la bella y nunca suficientemente ponderada Bahía del Santander Posible. Un cursillo en que los esfuerzos del atlético deportista por mantener el rumbo chocaban cada tarde con la obsesión de Lanza de Fuego por merendar y la de Nancy Culturas por decaer en lánguidas y eternas conversaciones a lo gauche divine mientras Son Las Citas se dedicaba a la meditación trascendental y Rukaegos se las arreglaba para optimizar el tiempo haciendo nudos marineros a la par que sobar con no tanto disimulo a Pshyco.
Fue el último día cuando la vida de los cursillistas rozó la tragedia. Como por casualidad (ya, claro) comentó Le Coq la velera tradición de arrojar al agua a los novatos para celebrar su bautismo de mar. Como por casualidad (ya, claro) dijo Pshyco que ya que había tantos novatos y sólo una rubia, parecía justo que fuera ella la arrojada por la borda tan lejos como fuera posible (por un momento, los pingüinos de Madagascar se preocuparon). Nancy grita, NOOO. Las Citas sonríe sin enterarse de nada. Lanza de Fuego dice "Eso, eso, al agua. Camisetassssssmojadassssss". Rukaegos se fija en lo bien que le queda el bañador a Pshyco cuando se pone agresivo se le mire por donde se le mire. Pshyco atrapa los tobillos de Nancy. Le Coq los delicados brazos. Ella se resiste. Luchan. La elevan. La lanzan por la borda de estribor ...
Con un grito de histérico falsete, Nancy no vuela hacia las aguas sombrías de Mouro sino que cae como un peso muerto al lado del velero. Tan protagonistona siempre, no podía dejar pasar la oportunidad de enredar su pinrel izquierdo en un cabo, bien sujeto, que impide el vuelo acrobático, tira de la pierna morena y torneada, y la arroja contra la borda. La pierna primero se golpea con la borda al no elevarse lo suficiente, luego enloquece de dolor a sus músculos torturados y estirados entre el centrífugo lanzamiento y la centrípeta obsesión del cabo, se golpea de nuevo al caer contra la borda y se estira de nuevo mientras los brazos de Nancy intentan inútilmente salir y sus neuronas se alarman pensando "¿qué me pongo esta noche?¿por qué no me sacan?".
Ruakegos continúa tomando el sol y mirando de reojo al machote ejecutor. Pshyco y Le Coq celebran el éxito de su estrategia. Lanza de Fuego piensa "camisetasssssmuuuuuuymojadassssssmmmmmm". Las Citas de Mi Capa dormita en la Nebulosa del Cangrejo. Nancy se ahoga ...
Fue un salto sorprendentemente rápido y eficaz de Las Citas de Mi Capa el que resolvió con modos olímpicos la situación (después de situarla). "Nancy se ahoga. Seré su héroe. Al agua patos".
A día de hoy, Nancy Culturas sigue sin tener muy claro qué pasó aquella tarde. Pero sabe que vive en un mundo de peligro extremo si para sobrevivir debe fiarse únicamente de las habilidades sociales de Las Citas de mi Capa. Y que nunca antes había vivido un verano tan intenso como aquel en que enseñó el muslo torneado, lacerado, amoratado a unos siete mil indígenas y tres mil setecientos cuarenta y dos turistas (todos de sexo masculino, todos entre 23 y 31 años, todos bastante potables, todo hay que decirlo) diciendo con cándida vocecita y experimentados mmorritos "mmira lo que mme hicieron estos mmalos, casi mme mmatan ..."
jueves, diciembre 11, 2008
Había leído ya dos de sus libros de relatos cuando coincidí de manera casual con Lawrence Schimel en Madrid, compartiendo mantel y conversación. Pronto hubo una corriente de simpatía en la que al placer lector que siempre me han provocado sus historias se sumaba un carácter abierto y una sonrisa franca y cosmopolita. Desde entonces, nos hemos tomado un par de cafés en mis visitas a la capital, hemos mantenido contacto virtual y ahora se me presenta la oportunidad de presentarle en su primera visita a Santander con motivo de la publicación de un libro de poesía: “Desayuno en la cama”.
La primera sorpresa al abrir el libro es el dominio que Lawrence Schimel ha alcanzado no sólo en nuestro idioma, en los años que lleva residiendo en Madrid, sino en la contención expresiva, el sentido del ritmo, los recursos retóricos de la poesía en español. Una poesía que en Schimel, sin embargo, se nutre de patrones y referentes anglosajones y que provoca un libro variado y sorprendente. Un libro en el que se nos narra un paisaje sentimental, emocional y sexual que no elude la provocación abierta, la sinceridad descarnada, el lenguaje desnudo que nos desvelan los poemas que cuentan desde la ironía o la sensualidad las relaciones sexuales entre dos hombres, pero tampoco la cotidianeidad de una relación en la que los objetos pequeños, los pequeños rastros y restos de la historia compartida adquieren un profundo vigor simbólico y se convierten en puertas abiertas a la memoria a dos. Llamativa es también la presencia del pudor, en contraste con la sexualidad abierta que mencionaba, un pudor que define la poética del autor en este libro, y que abiertamente declara su incomodidad al ser leído por extraños pero sobre todo por personajes conocidos, como si escribir fuera una suerte de desnudo público. Una desnudez que a lo largo de 34 poemas relata amores, desamores y sombras, ausencias, evocaciones y reencuentros, sexo y una decidida pasión por la vida y los cuerpos que acerca el espíritu del libro al memorable “Pandémica y Celeste” de Gil de Biedma.
Hace unos días, en la presentación del poemario en Valencia, comentaba con ironía Lawrence la extrañeza e incomodidad de ciertos críticos literarios al aproximarse a sus obras, unas obras que solían agradarles pero en las que encontraban un “exceso de homosexualidad”. Supongo que esos mismos críticos no cuestionan, no cuestionarían, no han cuestionado los amores o los encuentros que desde un tono similar se encuentran en tantos libros que relatan el amor, el encuentro, la pasión en clave heterosexual. Se trata de una estructura cultural que propone una afectividad como dominante y otras como invisibles. Contra esa dinámica se rebela Schimel, desde una escritura abierta, irónica, lúdica, lúcida, tantas veces brillante, tantas emocionante, narrativa y sentimental hasta poner en cuestión la visión tradicional, sesgada y heterocentrista del mundo y revelarnos otras realidades que verso a verso aprendemos a hacer también nuestras.
El mismo Schimel paradójico de los relatos y de los inocentes y divertidos cuentos infantiles, será quien esta tarde, a partir de las 20:00 comparta con los cántabros sus poemas, sus palabras, sus miradas. En esa Librería Gil de la Plaza de Pombo que cada vez más se convierte en foro libre y abierto al que todos estamos invitados.
A ver si os animáis, que con Lawrence os garantizo una velada divertida y diferente :)
(este texto fue publicado hoy también en el Diario Montañés, en su sección de Cultura)